En el año 1994 se aprobó en la ONU la Convención de Naciones Unidas contra la Desertización en los países afectados por este proceso o por sequías graves, en especial en el continente africano. A final de año, la Asamblea General de este organismo decidió declarar el día en que se había aprobado la Convención (17 de junio) Día Mundial de Lucha contra la Desertización y la Sequía para sensibilizar a la opinión pública respecto a la necesidad de cooperación internacional para luchar contra este proceso que afecta negativamente a cientos de millones de personas en 110 países del mundo.

¿Qué es la desertización?

Desertización se llama al proceso por el que las tierras de cultivo o los pastizales pierden su capacidad de regenerarse y se transforman en improductivas. Actualmente este proceso de degradación de suelos afecta de alguna manera a 1.200 millones de personas en todo el planeta, que viven fundamentalmente de la agricultura y la ganadería. De éstas, más de 200 millones lo sufren directamente hasta el punto de que pueden tener que abandonar sus tierras y emigrar a otras zonas.
 

¿Por qué ocurre esto?

Las causas son muchas, algunas naturales y otras consecuencia de la desafortunada intervención humana. Entre las causas naturales están los cambios climáticos: largas sequías que duran incluso décadas que pueden acabar con la agricultura y la ganadería de extensas regiones. Pero normalmente la intervención humana tiene mucho que ver: un exceso de cultivos que empobrece los suelos, la tala masiva de árboles, o el pastoreo excesivo que acaba con la vegetación provocan que el agua y el viento se encarguen de erosionar la tierra. Y así, lo que eran suelos productivos dejan de serlo, alterando además todo el equilibrio ecológico del entorno.
       
                                                                                                                  
Un problema mundial

La ONU estima que las pérdidas económicas causadas cada año por la desertización ascienden a más de 7,5 billones de pesetas. Además se trata de un problema mundial: en España todo el sureste de la península (en especial la provincias de Murcia y Almería) está afectado por ese proceso. En muchos países de la antigua Unión Soviética (Kazajistán y Uzbekistán) la situación es terrible debido a insensatos planes de cultivo que han convertido en desiertos miles de kilómetros cuadrados. También en el Caribe y en Latinoamérica la explotación excesiva del los pastos y cultivos provoca la pérdida de tierras. Pero quizás el caso más conocido es el del Sahel, una extensísima región africana, al sur de desierto del Sahara, en la que el desierto está invadiendo rápidamente extensas zonas en países como Malí, Mauritania, Chad o Senegal.
 
 
¿Cómo se presenta la situación de cara al futuro?

Pues ciertamente no muy halagüeña. Las inversiones necesarias para paliar el problema son enormes, y además son más necesarias en países pobres y en zonas rurales, normalmente con poca capacidad económica. De momento, lo que cabe esperar de todos nosotros es un mayor respeto por el medio ambiente, que nos permita aprovechar sus recursos sin necesariamente acabar con ellos, como ocurre con éste y otros tantos problemas similares.